Resulta curioso que una vivienda, con privilegiadas vistas al Castillo de Praga, cuente con unos reducidos y poco accesibles vanos. Esta cuestión, resulta así, más una respuesta ideológica al anonimato de la ciudad moderna, que, un precepto funcional o práctico. Por su parte, este punto contrasta con la opulenta variedad de materiales y revestimientos utilizados (desde mármol cipolino a las más nobles maderas).
He aquí, otra de las adhesiones conceptuales de Loos a la genealogía enunciada por Gottfried Semper*; el que, tras situar el origen de la arquitectura en las pieles, en su base textil, privilegia la componente epitelial de la construcción sobre otros vectores.
Asimismo, esta vocación por la calidad y naturaleza de los materiales, y por ciertos usos tradicionales en su puesta edilicia, dan sentido a su crítica al Art Nouveau y a su voluntad ornamental. Es en este punto donde Loos se presenta a sí mismo como un verdadero constructor, un hombre a pie de obra.
Empero, su punto álgido, como autor de ese proyecto, se manifiesta en "el proyecto del edificio en volumen", “planta espacial” o Raumplan.
Observaremos pues, un interior con complejas secuencias espaciales, un conjunto de espacios devenidos en ambientes de distintas alturas.
Bajo este recurso la transición entre recintos resulta natural e imperceptible; al mismo tiempo que la más razonable.
"Antes de Kant, el ser humano era incapaz de pensar en términos espaciales, y los arquitectos tenían que hacer el baño tan alto como la sala. Sólo dividiendo la altura a la mitad, podían obtener habitaciones más bajas. Mi obra no tiene un sótano, planta baja y planta alta. Sólo tiene habitaciones conectadas, anexos, terrazas. Cada habitación requiere una altura particular, el comedor una altura diferente a la despensa. Esto explica los distintos niveles de entrepiso."
Otro punto relevante, lo constituye el principio del revestimiento. Esto implica la determinación de no “falsear” el material. De no hacer pasar la mampostería por madera, o viceversa. Sí podemos aplicar pintura a los materiales; pero no con el fin de un tramp o'leil, ni tampoco con la vocación de negar que el mármol solamente reviste, cual un aplacado sobre las bases portantes del edificio. A decir de Loos: “Cada material tiene su propia forma de expresión, y ningún material puede tomar para sí la forma de otro”.
Este principio de honestidad, claramente ruskiniano, encuentra un contrapunto en la aceptación de la producción industrial a la hora de incorporar mobiliario no adosado. Aquí es donde Loos se opone con mayor contundencia al concepto de obra de arte total promovido por la Secesión de Viena. Las decisiones del usuario no pueden quedar enteramente en manos de la tiranía de un diseñador absoluto.
* Es junto con Taine, el otro gran exponente de la repercusión positivista sobre la concepción del arte y de su evolución histórica.
Reseña: Pablo Canén, 2018.
Referencia:
WESTON. Richard. Plantas, secciones y alzados: edificios clave del siglo XX. Gustavo Gili, 2005. (Traducción de Guillermo Landrove)