Esta pieza puede considerarse excepcional, ya que en éste último período las esculturas diseñadas por Bernini fueron ejecutadas por sus compañeros de trabajo.
Ludovica (muerta en 1533) fue santificada en 1671 y el cardenal Albertoni encargó a Bernini hacer una escultura para conmemorar el acontecimiento. Ésta se ubicó sobre el altar de la capilla en donde fue sepultada en el siglo XVI. La escena es algo teatral iluminada por una ventana oculta sobre la izquierda de su cabeza.
En su rostro, el dolor del sufrimiento y la felicidad divina están simultáneamente presentes dando por resultado un efecto extraordinario.