A muy pocos metros de la Avenida Gediminas, avenida principal de la ciudad que va desde la Plaza de la Catedral hasta el río, en una calle paralela, está el Museo del Genocidio. En la entrada del mismo se lee que entre 1940 y 1991 albergó las instituciones representativas de la NKVD y la KGB, la policía política y la policía secreta de la Unión Soviética respectivamente.
En consecuencia, las exposiciones en el interior se refieren a la represión del régimen comunista y en el exterior, en el basamento del edificio, se grabaron los nombres de sus víctimas.
Entre 1941 y 1944 el edificio fue controlado por la Gestapo, por lo que diversas polémicas rodean a la propuesta museográfica, en el marco del debate histórico sobre la participación de muchos lituanos durante la ocupación alemana en el genocidio judío, de manera activa y voluntaria. La incorporación reciente de una sala dedicada exclusivamente a esta cuestión intenta remediarlo.
El relato histórico hegemónico en Lituania desde la independencia (y de forma análoga en las otras dos repúblicas bálticas) ha supuesto la equiparación de la ocupación nazi y la soviética, y el rol de víctima de la nación lituana frente a dos ''genocidios'', negando, por omisión o de forma explícita, el rol de los lituanos en el holocausto. De algún modo el museo es funcional a este relato que hoy en día diversas voces ponen en cuestión, al menos en su forma más simplista.
Texto: Pablo Kelbauskas